jueves, 28 de febrero de 2013
domingo, 24 de febrero de 2013
RAUDY TORRES-ROBALAGALLINA
Por
los tiempos en que Raudy iba a la escuela Colombia, luego Benigno Filomeno de
Rojas, llevaba todas sus tareas de inglés para la profe doña
Yolanda, y las de geografía para Xiomara, para doña Fefita, con tal reperpero
y alegría con sus compinches, que él armaba con las niñas, que todos sabíamos
que él sería el Robalagallina del país. Y así es. Su pasión lo encumbró hasta
ocupar los más altos honores como uno de los símbolos del carnaval dominicano.
Este
carnaval no se lo pierde aunque tenga que meter bajo sus faldas a tres tígueres
que lo ayuden con el peso de aquella voluptuosidad de belleza que es siempre su
disfraz. Él es un patrimonio cultural
viviente que debe preservarse cueste lo que cueste. Sin limosnas.
Como una obligación nacional •JOSÉ MERCADER
domingo, 17 de febrero de 2013
Joseph Ratzinger
Muchas
personas pensaban que cuando salía el humo negro por la chimenea de la basílica
San Pedro era porque se les habían quemado las papas a los cardenales. Hoy se
sabe que es porque no se ha elegido uno hasta que salga blanco para avisar en latín
de lata: habemus papam. Para Ratzinger ser papa no ha sido una papa,
y él lo resume en su última homilía como la hipocresía y la división de la
Iglesia. Desde que subió al trono
empezaron las maldiciones por sus supuestos vínculos con los nazis, por los escándalos de los curas abusadores de
menores, por lo del aborto, por lo de la igualdad interna y el deseo de que
haya una papa mujer, por lo de Sor María,
la monja española del escándalo de los bebés robados y revendidos. Eso sí, los
laicos juegan el 666 en cualquier lotería apostando para que no vuelva la
Inquisición. Esa es la lista negra que
el tocayo Joseph no resistió. El mundo
espera ahora una lista blanca, no para mejorar la imagen de la Iglesia sino su
accionar. Mi esperanza, aunque vana, es que el próximo papa sea Michel Piccoli. En
el mundo pues no hay mayor pecado que el de no seguir al abanderado. JOSÉ MERCADER
HAROLD PRIEGO
Harold era la alegría de varios
periódicos dominicanos. Porque sabemos
que los diarios traen cada día eso que conocemos como noticias que no es más
que la tragedia humana, las ilusiones perdidas de Balzac, o la divina comedia
de Dante en versión actualizada con sus armas tecnológicamente capaces de hacer
de desastre un verbo y desastrar
hasta las escuelas. El triunfo de Harold fue imponerse a esas tragedias y
editoriales que pautaban la opinión del caricaturista-periodista para ser él en
sus propuestas burlonas, que tanto interpretó a la dominicanidad de la
bachata, la jodienda cotidiana y el
chivo sin ley que llevamos dentro para diferenciarnos de todos los gentilicios
del planeta que cariñosamente llamamos
la bolita•JOSÉ MERCADER
martes, 5 de febrero de 2013
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